Proyecto Editorial

De esta manera, Technologia naturalis est intenta retomar – y renovar – los principios y las propuestas de la calificada revista Tekné (2012 – 2016), que fuera editada por la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad de Misiones con un equipo liderado por Eduardo Averbuj.

El avance tecnológico constante y vertiginoso ha convertido a la Educación Tecnológica en una asignatura capital, indispensable y, al mismo tiempo, vital y revolucionaria. La Educación Tecnológica es hoy un espacio imprescindible en la educación formal, porque implica la tarea fundante y sistémica de pensar y enseñar la tecnología, para construir una genuina cultura tecnológica en el marco de un modelo de desarrollo nacional más democrático, igualitario y emancipador. Sin duda, el desarrollo socio-económico argentino requiere de un fuerte impulso a la innovación tecnológica. Es preciso democratizar la toma de decisiones tecnológicas. Para ello, la Educación Tecnológica – a partir de la educación infantil – proporciona un espectro cultural amplio y variado porque despliega una extensa gama de aristas (antropológicas, filosóficas, políticas, pedagógicas) en torno a las problemáticas actuales, implicadas en una mirada crítica de la tecnología y su enseñanza.

El saber tecnológico es un capital cultural fundamental de toda sociedad contemporánea, por lo tanto, constituye una plataforma ineludible para cualquier política educativa innovadora, ya sea en el aula o en la gestión institucional. La Educación Tecnológica es el espacio escolar específico que incorpora la formación integral de la aptitud-actitud de reflexión-acción sobre los sistemas artificiales; por ello es necesario afianzar su enseñanza con un marco de referencia que oriente las políticas educativas y la tarea pedagógica para un mundo cada vez más impregnado y condicionado por la revolución tecnológica.

Es evidente entonces que el papel de la Educación Tecnológica es crucial, porque la falta de un conocimiento profundo y sistémico de la tecnología conduce al debilitamiento de nuestra responsabilidad social; y en consecuencia, cada uno de nosotros tiende a hacerse responsable – como mucho – de una pequeña parcela de la gran maquinaria sociotécnica, en desmedro de una participación proactiva y orgánica en el cuerpo social (Carlos Marpegán, Glosario de la Educación Tecnológica, 2021:117).

La Educación Tecnológica ha sido incluida como espacio curricular de la educación obligatoria argentina, a partir de la Ley Federal de Educación 24195/93 y sus Contenidos Básicos Comunes, y luego con la Ley de Educación Nacional 26206/06. Los contenidos hoy vigentes son los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP) que fueron aprobados por el Consejo Federal de Educación (2004 – 2012) y son la base de los Diseños Curriculares de las provincias desde el Nivel Inicial hasta el Ciclo Básico del Nivel Secundario. Las Universidades y los Institutos de Formación Docente que ofrecen la carrera de Profesorado de Educación Tecnológica otorgan títulos docentes para el desempeño en este campo disciplinar y dan cuenta de la construcción de una epistemología y de la consolidación de los contenidos y de la didáctica específica para su enseñanza.

Como consecuencia de estos procesos instituyentes, el colectivo docente de Educación Tecnológica ha crecido en número, en investigación y en calidad educativa, que se reflejan tanto en publicaciones (libros, artículos) y producciones (audiovisuales, digitales) como en encuentros de formación continua y actualización permanente, congresos (de alcance regional y nacional), cursos, seminarios, talleres, posgrados y postítulos, entre otras actividades promotoras.

A esta dinámica disciplinar interna, se adicionan los aportes de disciplinas fundantes de la cultura contemporánea tales como la filosofía, la antropología y la sociología (entre otras); todas ellas nutren y cimientan las bases del desarrollo epistémico, teórico y pedagógico de la Educación Tecnológica. En particular, conviene destacar el despliegue de la Filosofía de la Técnica cuyos significativos avances expanden una profunda visión de la artificialidad que ilumina e interpela todo el campo educativo.

Para nosotros la tecnología es “natural”; por eso, desde Technologia naturalis est, proponemos un espacio participativo que coadyuve al crecimiento de nuestro campo disciplinar a partir de la publicación de nuevas voces, para que éstas se sumen a las ya conocidas, y con-formemos así un espacio con visión abarcativa, plural y crítica de todas las tecnologías, sin reducirlas meramente al auge de las nuevas tecnologías emergentes. En particular, la expansión de las tecnologías digitales (como la programación, la robótica) capta hoy la atención pública; sin embargo, conviene destacar que la Educación Tecnológica tiene la inmensa virtud de asumir la presión mediática y tecnocrática que estas “tecnologías novedosas” ejercen sobre las políticas educativas actuales, para transformar este fenómeno en propuestas pedagógicas virtuosas. Esto es así porque la Educación Tecnológica tiene la facultad de incluir y estudiar todas las técnicas, desde sus principios básicos, en tanto formación general y no sólo como simples destrezas prácticas de tipo instrumental para la salida laboral.

​No hay una única manera de entender la tecnología […] la tecnología ocupa un espacio esencial en la cultura contemporánea y en el desarrollo de nuestras sociedades […] En este sentido, la Educación Tecnológica debe estar atenta sobre el marco teórico sobre el que decide trabajar […] está en nosotros decidir – y debatir – cuál es la mirada más adecuada para alcanzar el mundo que deseamos. (Gustavo Giuliano, Tekné Nº 1, 2012:24)

Por cierto, si hay algo que caracteriza al espacio curricular de Educación Tecnológica es su gran capacidad para actualizarse, incorporando e integrando a todas las tecnologías emergentes: biotecnología, nuevos materiales, nanotecnología, informática, la llamada inteligencia artificial, etc.; todo ello a partir de la evolución de las tecnologías convencionales y sus procesos productivos, siempre con un abordaje formativo cultural y con la precaución de no caer en un enfoque meramente artefactual o instrumental.

La mayoría de los problemas que aquejan al mundo contemporáneo tienen relación con la tecnología, pero al mismo tiempo, el cambio técnico determina y modela la condición humana, tanto en forma individual como colectiva. En este sentido, la Educación Tecnológica opera como una suerte de iniciación escolar a la Filosofía de la Técnica ya que brinda un espacio que otorga herramientas cognitivas para mirar, hacer, preguntar, reflexionar y criticar el mundo artificial que nos rodea. En el discurso filosófico subyace la idea de que la acción técnica es connatural a la naturaleza humana; es esencia de la especie, es lo que diferencia al ser humano de las otras especies y hace que sea lo que es y no otra (technologia naturalis est). Por lo tanto, la reflexión sobre la Técnica es vital para poder pensar el devenir de todos los seres: humanos y no humanos; y también para entender el rol que juega la educación en la creación de cultura tecnológica en las comunidades.

En oposición a los enfoques reduccionistas, tecnocráticos y meritocráticos en los que todo se somete al mandato del mercado, del rendimiento y del lucro, en este proyecto editorial propiciamos la “utopía” de un mundo mejor, construyendo ciudadanía formada con una cultura tecnológica virtuosa. Como enseña el gran Eduardo Galeano, la “utopía” está en el horizonte: un horizonte hacia dónde caminar. Para caminar esta “utopía” postulamos la necesidad de modificar las prácticas educativas y reformar la escuela, transformando las formas de enseñar y de aprender, actualizando los contenidos y las competencias docentes para sintonizar con los nuevos tiempos que corren. La “utopía de la educación tecnológica argentina y sur-americana” está en marcha: es un camino fervoroso y convocante que vale la pena transitar.

En síntesis, la tecnología es una dimensión radical y distintiva de la condición humana, una característica única perteneciente a la esencia de nuestra especie; es un modo de conocer, de saber y de actuar, de habitar el mundo, de transformarlo y darle sentido. El ser humano “no puede ser” si no hace tecnología, según Mc Luhan es más natural para el ser humano una computadora, que su propio hijo/a/e. (Cfr Ulloque 2017, 2011).